SOS Cultura Comunitaria (España)

Pocas lecciones aprendidas este año pandémico generarán más consenso que las que apuntamos a continuación. Por un lado, nuestra interdependencia como sociedad, que ha quebrado (al menos parcialmente) el espejismo de individualidad en el que vivíamos, poniendo en evidencia nuestro ser más social, nuestra necesidad de relacionarnos. Por otro lado, la importancia de la cultura para nuestra salud mental, emocional y desarrollo personal; que nos ha permitido trasladarnos a otras realidades, conectarnos, evadirnos y reconfortarnos en momentos oscuros y confusos.

Estos dos aprendizajes encuentran un reflejo en la cultura comunitaria, que aboga por la colaboración y la co-creación artística para el desarrollo de las comunidades. Es decir, la cultura se convierte en el eje central en torno al que la ciudadanía puede contribuir aportando soluciones innovadoras y creativas que mejoren su día a día. Estos proyectos y espacios contribuyen así a la creación de tejido social, fomentando el trabajo en red y la transdisciplinariedad, la innovación social y el empoderamiento ciudadano a través del ejercicio de derechos culturales para la transformación social. Son procesos que enriquecen e innovan en la gestión de lo común – una forma de hacer cultura desde y para la ciudadanía -; a construir espacios en los que tejer alianzas y complementariedades y, en definitiva, constituyen un nuevo prisma para entender las relaciones sociales.

En la última década hemos asistido a un importante desarrollo de este tipo de prácticas, avaladas por instituciones internacionales como la Organización Mundial de la Salud y la Carta de Roma 2020 impulsada por CGLU; que se han consolidado como política cultural en muchos países de Europa y América, así como del resto de continentes. Una política que apoya a un sector profesional en crecimiento y que coopera entre sí, como muestra el ejemplo del programa IberCultura Viva. En España, a nivel local la irrupción de los “nuevos municipalismos” impulsó a este tipo de iniciativas propias de la autogestión, dotándolas de cierta estructura y contribuyendo así a la modernización en las relaciones entre la sociedad civil y las instituciones, no sólo las culturales. Los ejemplos son numerosos, como el proyecto “Art i Part – Barcelona Districte Cultural”. Sin embargo, en las últimas semanas hemos asistido a una creciente presión sobre estos ecosistemas y a la desarticulación de algunos de sus referentes como son MediaLab Prado y Harinera ZGZ, ambos reconocidos y premiados internacionalmente.

Por ello, la Red de espacios y agentes de cultura comunitaria (REACC) han lanzado un manifiesto para reivindicar la importancia de estos espacios y sus funciones a favor de la inclusión, la participación, la diversidad y la sostenibilidad. El texto reclama que se proteja y garantice su supervivencia a medio y largo plazo; que se desarrollen políticas públicas dotadas de presupuesto para el apoyo y desarrollo de estos ecosistemas y que se implementen mecanismos de participación y gobernanza ciudadana por y para la cultura comunitaria.

Puede consultar y firmar el manifiesto, aquí

 

[Imagen: Jessica González Rivas - ARTiPART]
Source: Interarts

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